Glamorama
María Luisa Godoy lloró al recordar a su padre. IMAGEN: TVN

El sensible momento de María Luisa Godoy al recordar a su padre

Autor: P. G. / 19 marzo, 2018

La historia de María Luisa Godoy y su padre es admirable. Este lunes, en el Muy Buenos Días, recordaron eso en el cumpleaños de la animadora, quien celebró sus 38 años junto al equipo del matinal de TVN con varias sorpresas.

El matinal dedicó un amplio espacio para festejar el cumpleaños de María Luisa. Uno de los momento más emotivos fue cuando la sorprendieron con los saludos de sus amigos más cercanos, como Julián Elfenbein, Juan Carlos «Pollo» Valdivia, Claudia Conserva, José Miguel Viñuela, Francisco Vidal y Vasco Moulian, entre otros.

A ellos se sumó el saludo de Ignacio Rivadeneira, marido de la animadora, con quien tiene tres hijas, y el de la ex diputada Carmen Ibáñez, mamá de María Luisa. Sin embargo, el momento más conmovedor fue cuando recordaron la historia de María Luisa y su padre Domingo Godoy Matte, uno de los fundadores del histórico Partido Nacional, quien falleció en 2013.

Su padre estuvo inmovilizado desde que ella tenía nueve años debido a un derrame cerebral. Y María Luisa se lo llevó a vivir con ella. La animadora relató, entre lágrimas, cómo fue ese especial momento en su vida:

Ignacio Gutiérrez: “Nacho (Rivadeneira) dijo en un minuto: ‘cuando yo la vi cuidando a su papá y lavando a su papá, me enamoré de ella… Como que me emocionó esa frase”

María Luisa Godoy: “Fue al revés también de la misma manera, porque cuando nosotros nos casamos en un minuto, mi papá me dice ‘yo no me puedo ir a vivir con ustedes, porque ¿cómo me voy a meter en un matrimonio que viene partiendo? Los terceros siempre son extras, de verdad no puedo’. Entonces, él insistió mucho en eso y se quedó en el departamento en el que vivíamos juntos.

“Empezó a pasar el tiempo. Yo tuve mi primera guagua y me empezó a bajar una angustia terrible de tener a mi papá lejos. Yo acababa de tener guagua. Entonces no lo veía con la misma frecuencia y empecé a sentir como una angustia especial. Y un día le digo a Nacho: ‘Tengo angustia. Necesito que vivamos con mi papá de vuelta. Como que siento que está solo, que no tengo el mismo tiempo que tenía antes, con guaguas recién nacidas dando ‘papa’’. Y él fue súper generoso, porque dijo al tiro ‘traetelo’. Y yo le dije ‘ya, pero esto pueden ser 10 años, o sea, proyectémonos con él siempre viejito, con las dificultades que eso conlleva’. ‘Traetelo’…

“Fue muy bonito, porque nos llevamos a mi papá a vivir con nosotros y pasaron cuatro meses y se murió”

Comienza a llorar.

Godoy: “Ay, perdón, es que es mi punto débil, ustedes saben”

“Yo tenía un papá mayor, que tenía la misma edad de las abuelitas del colegio. Entonces, se enfermó cuando era bien joven, o sea, yo tenía nueve años y mi papá tenía setenta y algo y le vino un derrame cerebral. Entonces, quedó bastante inmovilizado por mucho tiempo y viviendo en el campo. Yo no lo podía ver muy seguido, aunque me hubiese encantado.

“Entonces tuve a un papá, entre comillas, más ausente. A los dos nos hubiese encantado estar más juntos, pero no se podía.

“Yo siento que no quedó nada pendiente. Conversábamos mucho. Supe cosas que uno jamás se imaginaría en la vida. Nos dijimos la vida. Y esos siete años que vivimos juntos, que fueron sus últimos siete años de la vida, fueron como pura ganancia y privilegio para mí”

Maca Tondreau: “Oye, Mari, cuando uno es mamá, lo que uno más quiere es que tus hijos conozcan a tus padres. No alcanzaron a conocerlo en forma más clara. ¿Tú les transmites de alguna manera a ellas cómo era su abuelo?”

Godoy: “Son bien chicas. Piensa que la mayor tiene cuatro años. Pero siempre les hablo de mi papá. Les hablo de las cosas que a él le gustaban, mi papá era súper sencillo y no necesitaba de nada material para ser feliz, es de otra época, donde no existía ni el materialismo ni las lucas que hay ahora, porque era otro país. Entonces, mi papá necesitaba a sus amigos, a su familia o un copete, la naturaleza, y era feliz.

“Al principio era terrible, porque yo sentía su olor en la casa. Yo abría la puerta… Cuando tú vives con una persona que es mayor, tiene un olor particular que es más fuerte que el que tenemos todos. Yo habría mi casa y siempre sentía el olor de mi papá. Y mi papá nunca se echaba algún perfume, desodorante ni nada. Y me pasó como tres meses después, que yo sentía su olor, y eso me costaba súper harto. Esa etapa fue súper dolorosa.

“Tenía un consuelo que era decir ‘bueno, él estaba súper mal, que bueno que está descansando y partió’. Pero después uno recuerda a sus papás cuando estaban bien y eso es súper doloroso, porque cuesta dejarlos partir”.