Glamorama
Doble Tentación: Lisandra Silva e Ignacio Lastra en un intenso momento en Doble Tentación. IMAGEN TOMADA DE PANTALLA / MEGA

La confesión más dramática del reality de Mega

Autor: A. Cantuarias / C. Farías / 29 mayo, 2017

Pocas veces en los reality se dan escenas que parecen acercarse a un drama real, a sentimientos de verdad. Sucedió anoche en Doble Tentación –MIRE AQUI EL VIDEO. MINUTO 57-.

Lisandra Silva e Ignacio Lastra se hicieron confesiones ahogadas por el llanto. El modelo chileno que ahora pololea con la brasileña Julia Fernández se abrió por primera vez en todos los meses que lleva el programa en pantalla.

Le dijo a la guapa cubana que está muy arrepentido de no haberle creído que estaba enamorada de verdad. Le pidió mil disculpas y le rogó que la creyera.

La reina del espacio le confesó como se sintió con su rechazo, le repitió que no le cree nada y sufrió un imparable ataque de llanto que nadie pudo consolar.

Al parecer Lisandra, que hoy tiene un affaire con el argentino Leandro Penna, está, o estuvo enamorada de verdad de Ignacio. Esto fue lo que se dijeron, primero en una especie de cara a cara frente a sus compañeros:

Ignacio Lastra: “Yo a ti te agarré mucho cariño, te quiero harto, fuera de webeo, te quiero mucho. Porque pasaron weás fuertes contigo. Ríete. ¿Sabes Lisandra? Me tení chato con que te rías, porque yo siempre te dije, si algún día me mandaba un cagazo, o me gustaba alguien, o le daba un beso a alguien, afuera o adentro, te lo iba a decir. Y te lo dije. Aún así me has tratado como la rata más asquerosa del mundo en los cara a cara o en las competencias y siempre.

“¿Qué hice? Me la jugué, me la jugué por conocerte. De verdad me gustaste mucho, Lisandra, muchísimo. Por lo mismo, como tanto me gustaste, quiero que tengamos el respeto digno de no volver a tratarme como la mierda asquerosa, porque no soy esa weá. Porque yo estuve súper enganchado, pero en el momento en que nos hicieron pareja, la cagamos.

«Te lo digo de verdad, yo te quise harto porque estuviste siempre conmigo cuando nadie me quiso aquí en la casa. Cuando todos decían que yo era el chanta más grande del mundo, de que estaba inventando un tollo, tú fuiste la única persona que estuvo conmigo”

Lisandra Silva: “Me avisas cuando termines el monólogo”

Ignacio: “La última cosita”

Luis Mateucci: “Pero no seas mala. Es preferible que te lo diga ahora y no en un cara a cara”

Lisandra: “Él sabe exactamente cuando lo está haciendo, como y por qué. Porque estamos aquí todos presentes”

Mario Ortega: “¿Prefieres que lo hubiera hecho en un cara a cara?”

Lisandra: “¡No! El escoge perfectamente, esto es prácticamente un cara a cara, ¿y quieres que te diga una cosa?”

Paula Bolatti: “Bueno, yo creo que uno dice las cosas cuando uno se siente cómodo”

Lisandra: “Espérense ¿pero puedo hablar yo? Yo creo que tú eres el más calculador de todos los que estamos aquí. Yo creo que todo esto te lo has aprendido bien de memoria, casi mejor que el guión ese, el papiro que me hizo Oriana en el cara a cara. ¿Quieres que te diga algo? Yo no te creo nada. Yo pienso que siempre te gustó Julia, pero que ya tenías una historia armada conmigo y no podías hacer una tercera así tan rápido.

“Creo que, por la atención que yo te brindé, por el amor que yo te estaba dando, y porque sí creo que saqué lo mejor de ti en este programa, porque tú no haces nada en todo el día, yo saqué lo mejor de ti. Te decía, ‘vístete bien, péinate, ponte así, ponte asá, vamos a practicar, aunque sea dos pies izquierdos, para hacer bien la actividad’. Y justo por eso tú sentías el deber, la presión, porque ya habían pasado los Lisandrazos y todo lo demás, que tenías que seguir conmigo, pero siempre te gustó la Juli.

«Y sí me trataste mal, y sí no te importó nada de lo que sentí por ti en todo ese período. Entonces, no me digas que te importa una persona la cual tú al otro día, después de todo el amor que te dio, que tú dices que sientes que yo te di, le dejes de hablar y no te importe nada. Y que al amor de tu vida que entró contigo también le dejes de hablar y no quieras saber nada de ella, ni de como se sienta. Entonces, esos sentimientos es porque fueron sinceros.

«Yo no creo que te haya tratado como una mierda a ti. Yo creo que tú siempre me trataste como una mierda a mí. Y espero que, lo juro, que lo que digas, hagas lo que has dicho que vas a hacer con la Juli, ¿ya me entiendes? Al menos sigue por eso camino, eso es lo que tengo que decirte”

Ignacio: “Está bien”

Lisandra abandona la conversación, entra a la casa y se acuesta. Ignació la sigue, se sienta al borde de la cama y le habla muy íntimamente.

Ignacio: “¿Podemos hablar un rato afuera, los dos? Mírame, ¿por qué te cuesta tanto mirarme?”

Lisandra: “¿Qué quieres?”

Ignacio: “Ya, si ahora no hay nadie. Oye ¿qué te pasa conmigo?”

Lisandra: “A mí nada”

Ignacio: “Es que yo te veo todo el día y me ves raro”

Lisandra: “¿Yo? ¿Que te miro raro?”

Ignacio: “Sí. Estás loca por mí, ¿cierto?”

Lisandra: “¡¿Qué?!”

Ignacio: “Se te nota mucho”

Lisandra: “¿Qué se me nota?”

Ignacio: “¿Qué pasa si me acerco mucho ahora?”

Lisandra: “Nada”

Ignacio: “¿Segura? Lisandra, quiero hablar contigo afuera después ¿no?”

Lisandra sufre un ataque de llanto.

Ignacio: “¡Ya! No llores, Lisandra. ¡Oye, ya poh!”

Lisandra: “Ignacio, tú me gustaste de verdad”

Ignacio: “Sí sé. Eso es lo que más me duele ahora, porque me di cuenta hace poco. Por eso creo que debo hablar contigo, porque me da lata verte así. Entre los dos nomás. Me da lata ver como le das besos al Leandro y después me miras a mí. Yo igual te quise harto”

Ignacio también comienza a llorar.

Lisqandra: “No te creo nada”

Ignacio: “Pero Lisandra, tú eres una mina muy madura y yo soy un pendejo. Le pediste muchas cosas a una persona que de verdad lo había pasado mal y no estaba preparado para hacer eso. Y ahora con Julia tampoco estuve bien, porque fui el pendejo que siempre quise ser y ahora Julia me está pidiendo lo mismo. Le pedí pololeo piola, porque así soy yo.

“Me da lata que yo por ti sentí weás buenas pero quise que costara sentirlas. Y que ahora me tratas como las weas y te ries conmigo y el Leandro habla weás. El weón quiere ser mejor que yo, lo tengo claro, por eso se jacta cada vez que entrena o cada vez que levanta pesas al lado mío, porque quiere ser mejor de lo que fui. Pero yo no fui eso porque no quesiera hacerlo, sino que fue porque apresuraste algo que quizás habría nacido en un poco más de tiempo. Pero no, pediste mucho y yo no estaba preparado para eso. (Le da un beso en la frente) Buenas noches”.

Lisandra continúa llorando desconsoladamente.

Lisandra: “¡Déjame en paz! Ya no quiero, no te voy a creer nada. No te creo nada, te prometo que no te creo nada”

Ignacio: “Lisandra, perdón, no sabía que era de verdad. Es complicado perder las cosas acá. Es complicado creer en las personas. Perdón por pecar de weón”.