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¿Se odian a muerte estos rostros televisivos?

Autor: admin_copesa / 19 julio, 2014

En la televisión faltan mejores rostros y buenos programas, pero sobran pelambres, peleas y rivalidades. En Chilevisión cuentan que Pancha Merino no pasa a Lucía López y que la mala onda viene del Festival de Viña, cuando Lucía tenía un escuadrón de gente metida en la habitación del Hotel Enjoy, donde se arreglaba para la gala. Merino también tenía que vestirse allí y puso el grito en el cielo. Armó pataleta, hasta que le dieron otra pieza.

 

Una amiga de López afirma: “La Pancha no estaba molesta con Lucía, se enojó porque las tenían a las dos metidas en una pieza y resulta que, para la gala, cada una tiene su equipo de gente. Además que estuvo esperando mucho rato a que llegara su gente. Por eso, totalmente descartado”. Y la misma Lucía remata: “Somos amigas hasta el día de hoy”.

 

En La Red sostienen que Nicolás Copano y Jean-Philippe Cretton se detestan. Que es una rivalidad histórica. Enemigos en las sombras. Copano contesta: “Nos agarramos por Twitter, pero es un viejo conato, de hace años. Grabamos juntos ahora. Lo acompañé la otra vez en Mentiras con el tema del temblor. Estuvimos juntos en lo de la Fundación Iguales. Hemos compartido taxi y grabamos una campaña para el Fondo Esperanza. Hay buena onda. Nos saludamos en los pasillos, intercambiamos ideas, conversamos varias veces. Además, yo entrego al aire su programa. Digo ‘sigan con Mentiras Verdaderas’”. O sea, casi íntimos.

 

Hasta en SQP no vuela ni una mosca. Y Juan Pablo Queraltó, uno de los últimos “opinólogos”, el hombre del celular mágico al que jura que le llegan todos las informaciones de ultimísimo minuto, promete que no se peleó con un par de panelistas que osaron husmear en el sagrado aparato mientras él no estaba.

 

“Prometo que no es así. Nada que ver. Si alguien se sienta al lado mío es evidente que mira y sapea, pero de juego. Nada como para encarar. Al contrario, siempre hay mucha buena onda. No ha habido  ningún tipo de problema, con nadie”, afirma Queraltó, desde ese paraíso que son los estudios de la pantalla chica.