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El infierno de la droga que mató al gran actor Philip Seymour Hoffman

Autor: admin_copesa / 3 febrero, 2014

A Philip Seymour Hoffman, la gran figura hollywoodense que hoy todos lloran, lo encontraron a las 11.30 de la mañana de ayer, botado en el baño del departamento que arrendaba por 5 millones de pesos al mes, en el edificio Pickwick House, en Greenwich Village, New York.

 

Según reporta el Daily Mail, el actor de 46 años, ya sin vida, estaba vestido con ropa interior y aún tenía una jeringa clavada en su brazo izquierdo. Además, la policía encontró sobres de heroína en el departamento y una cuchara medio quemada en el lavaplatos. Todas señales que hacen suponer que falleció de una sobredosis de la que es considerada la droga más adictiva y mortal, aunque el informe oficial aún no es dado a conocer. Aquí, policía, prensa y gente en las afueras del edificio, ayer: 

 

Seymour Hoffman era un actor talentoso y muy famoso. Ganó el Oscar por su personificación del escritor Truman Capote en la película Capote, de 2005. Hizo grandes papeles. Desde los divertidos, como el amigo de Ben Stiller gordo, barsa y medio asquerosillo en Mi Novia Polly; hasta el del sacerdote de un colegio que nunca se sabe claramente si abusó o no de un niño en La Duda, entre muchísimos otros –VEA AQUÍ LA BIOGRAFIA Y RESUMEN DE SU CARRERA-. Era brillante, pero durante el invierno pasado recayó con un demonio que creía haber dejado atrás: la heroína.

 

Llevaba 24 años sin probarla y, en mayo de 2013, confesó a TMZ que volvió a consumir. Dijo que la adicción regresó de a poco, primero con pastillas, para terminar consumiendo la llamada “dama blanca”. Pero el neoyorquino aseguró que, a la semana de haber recaído, entró a rehabilitación. Después de 10 días internado, fue fotografiado paseando por la Gran Manzana junto a su pareja durante los últimos 15 años, la diseñadora de vestuario Mimi O’Donnell. Con ella tuvo tres hijos, de 10, siete y cinco años.

 

Sin embargo, a pesar del tratamiento, al actor se le vio mal. Se separó de O’Donnell y, en enero pasado, tenía muy mal semblante en el Festival de Sundance, a donde llegó para presentar sus nuevas películas: God’s Pocket y A Most Wanted Man. Estaba gordo, muy mal vestido, con grandes ojeras, desastrado y se negó a dar entrevistas. Aquí, en Sundance: 

 

 

Hoy las crónicas recuerdan el pasado alcohólico y drogadicto de Seymour Hoffman. Fue un joven estudiante de Teatro muy carretero. “Era todo alcohol y drogas. Consumía todo lo que llegaba a misma manos. Me gustaba todo”, contó al programa 60 Minutos, en 2006. A los 22 años se dio cuenta que si quería ser un actor famoso, así no podía seguir, y se sometió a rehabilitación. Su nueva droga fue el trabajo. Hasta que, hace unos meses, la tentación fue mayor. Anoche, ya había ofrendas en su honor: