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Desclasifican la brutal caída en desgracia de Alvaro Ballero

Autor: admin_copesa / 2 abril, 2015

Fue una caída catastrófica la de Alvaro Ballero. El primero y más famoso de los “chicos reality” en la historia de este tipo de shows en Chile salió de Protagonistas de la Fama convertido en la principal celebridad del país. Y terminó solo, odiado y llorando en Vértigo porque la gente le gritaba pesadeces en la calle, le pinchaban los neumáticos y ni siquiera tenía plata para pagar un cheque que le protestaron. Un trauma nunca ante contado en detalle como ahora lo hizo Reality.doc –MIRE AQUÍ EL VIDEO-.

 

Cuando en 2003 el personaje de los pelos parados abandonó el primer reality chileno, le ofrecían $ 4 millones por mover la colita en una discoteca y ganó $ 35 millones por el infame comercial de Telefónica donde decía “yo amo a Ballero”. Pero perdió la plata y la gente dejó de quererlo y comenzó a detestarlo. Estos fueron parte de los testimonios que, en el programa de Canal 13, describieron la brutal caída de Ballero:

 

SU HERMANA CARLA BALLERO DIJO:

“El se sintió muy bien y muy grande, muy grandioso…Yo abracé a mi hermano y caché que era otro gallo… Terminó la entrevista en cámara y se lo llevaron, y andaba con un séquito de gente ‘¡¿Qué es esto?!’ De no ser nadie pasó a ser un gallo famoso-famoso, una cuestión estúpida, porque un niñito, mi hermano, con cinco gallos protegiéndolo, así como una cosa muy… Yo en tendía que esto no iba a ser tanto”.

 

“(Tras el primer evento que hizo Alvaro, junto a Carla, en Antofagasta) Llegamos al hotel. Le pasaron la plata, él no andaba sólo, tenía su representante… Me pasó lo que me pagaban a mí (a Alvaro le pagaron $ 4 millones y a Carla $ 500 mil) y me dijo: ‘Toma, ahí tení el vuelto’. Una cosa así. Le dije: ‘¿Sabí qué Alvaro? Esto te va a pesar mucho’. Me fui a la pieza a pensar como estaba Alvaro, y no estaba dándole el peso a lo que estaba ganando… Es una plata que nunca más va a volver a ganar”.

 

“Salir y ver toda esta gente amándolo le provocó un desequilibrio mental potente… Una vez chocó y un gallo le gritó ‘¡¿por qué no te mataste Ballero?!’. Y a Avaro ya no le parecía gracioso y empezó a vivir el otro lado”.

 

“Alvaro hizo una autocrítica del comercial, que encontró que era demasiado patético, y claro, poh, ¡era patético! Era como muy ‘yo amo a Ballero’, muy ego, y eso generó más odio en la gente que no lo quería… En la calle le gritaban de todo”.

 

“Se puso vanidoso, hedonista, egocéntrico. No entendía por qué la gente lo veía tan mal, y ahí empezó a hacer el mea culpa de lo que él hizo, el comercial, como lo destruyó como imagen. No aprovechó las situaciones. Tuvo muchas oportunidades que no las aprovechó por ego, porque él se sentía más”.

 

“Se alejó de la familia, de mis viejos, de mí no tanto, pero en un momento también. Se encerró en este mundo de gente que le decía lo que tenía que hacer, Alvaro se maquillaba para salir de la casa. Yo no me maquillaba y él se maquillaba. Empezó a ser especial la cosa”.

 

“No lo supo sobrellevar. Vivió conmigo un tiempo, él estaba muy deprimido, súper deprimido. De repente yo salía de mi casa en la mañana a trabajar, llegaba en la noche, después de hacer Morandé, llegaba tarde, y Alvaro seguía en la misma situación que lo había dejado en la mañana. Empecé cachar que estaba realmente deprimido y que él no se daba cuenta”.

 

“Alvaro siempre fue súper generoso. No tuvo ningún control sobre las platas. Regalaba todo. Tenía una polola y le compraba joyas, llegaba con joyas a la casa de mi mamá. El auto que se ganó creo que se lo regaló a mis papás, se arrendó un departamento maravilloso. Nada lo ahorraba”.

 

MIENTRAS QUE EL MISMO ALVARO CONTO EN REALITY.DOC:

“Mucha gente dijo (que el comercial para Telefónica) fue mi lápida… Todo el mundo me decía ‘tenís que ser Ballero, el tipo de la casa, el gallo que dice las cosas como son’. Servía adentro, no servía fuera, pero nadie te da esas instrucciones’.

 

“Sufrí después, al año, cuando el medio me empezó a dar muy duro, muy duro, y yo sentía que era injusto el tema”.

 

“Se generó una dicotomía en mi cabeza terrible, porque o era el ñoño, o era ese personaje con esos rubios que se creía dueño del mundo”.

 

“Me encontré con la conclusión tremenda de que la gente me decía ‘tienes que ser como el Ballero de la tele, tienes que ser como la gente de la casa, un gallo choro, pesado, que decía las cosas frente a frente’. Y eso no sirve para la televisión, eso sirve para un reality de ese tiempo. En la tele hay que sonreír, ser un poquito hipócrita y ser políticamente correcto”.

 

“Me fui creyendo el dueño del mundo, pero también con esta conciencia de que seguía siendo el tipo quitado de bulla. Esos extremos me terminaron llevando a una situación de perderme en este mundo que era la tele”.