1979527.jpg

El grave sonambulismo de «Ché Copete»: Se lanzó por la ventana desde un segundo piso

Autor: admin_copesa / 24 julio, 2014

No debe ser cómodo tener que amarrarse para dormir tranquilo. Pero Ernesto Belloni lo debe hacer. El comediante es sonámbulo. Sin embargo, sus episodios no son los típicos. El hombre detrás de “Ché Copete” llega y se tira por la ventana. Tal cual.

 

Belloni habló de su drama. En contacto con Buenos Días a Todos, relató su particular trastorno. “No soy de caminar con los brazos extendidos. Yo soy violento. Siempre son patadas, combos, cosas así. Hace poco le pegué un combo de karate al velador y me fracturé la mano. Esa noche dormí con el dolor y en la mañana amanecí con la mano hinchada”, declaró el humorista de Morandé con Compañía.

 

En conversación con el matinal de TVN, y con la presencia de una neuróloga especialista en trastornos del sueño, “Ché Copete” desclasificó sus dramáticos episodios a causa del problema. “Una vez fui al sicólogo  y me dijo que sufría de sonambulismo, y nada. ‘Son 30 mil pesos la hora’. Disculpe a la doctora (presente en el set), pero no fui más al doctor”, explicó, mientras la especialista le pedía más antecedentes de su peculiar caso.

 

Así relató sus episodios:

 

“Lo que pasa es que, a veces, cuando estoy un poquito inquieto, tengo la sensación de que me va a ocurrir algo. Por lo tanto, me amarro un pie a cualquier lugar para poder evitar un lanzamiento por la ventana, como me ha pasado otras veces.

 

“Mis sueños son muy intensos, son muy reales, y mis reacciones son absolutamente violentas. No es que haya roto la ventana, me tiré por la ventana para afuera, pero tan imbécil, que se me olvidó abrirla durmiendo, así que pasé con los vidrios para abajo y me corté un poquito. Desperté en la posta, en Concepción…

 

“El problema fue que era una de las primeras noches que estaba pololeando (con su señora actual) y que pernoctábamos juntos, así es que la impresión (de su pareja) fue: ‘Yo con este loco me corro, porque está mal de la cabeza’.

 

“Esa vez que me tiré por la ventana, con la Viviana (su pareja), yo recuerdo haber despertado, pero le decía a la Viviana que era un sueño, que no se preocupara. Me decía ‘estas todo ensangrentado’, pero decía que era un sueño. Yo me miraba. Pero el que me despertó realmente, y me hizo ver que no era un sueño, fue el doctor en la posta. Y ahí, mientras me estaba curando, me hizo ver que era verdad y que estaba herido.

 

“Fue en Penco. La Vivi estaba conmigo y quedó aterrada. Fue desde un segundo piso, que daba a la playa. Yo me tiré, pero caí arriba de un techito y no me pasó nada. Luego me volví a subir por ahí mismo, entremedio de los vidrios, y mi señora estaba desesperada mirando y le explicaba que era un sueño, y que no tenía nada que temer. Ahí salieron mis demás compañeros y me llevaron a la posta.

 

“Hace 8 años que no me pasan cosas muy violentas. Me levanto, veo golpes, pero no me tiró por las ventanas. Pero en Tongoy, en una oportunidad, le tiré una patada a la pared, que era de madera delgadita y se cayó en la pieza de al lado.

 

“Una vez, en Viña, también me tiré por la ventana. Era un segundo piso. Y caí sobre unos matorrales. Tenía que haber sido como a las 4 o 5 de la mañana, porque desperté entremedio de los matorrales y dije: ‘qué rara esta cuestión, si yo estaba en mi cama’. Hay un proceso donde te cuesta darte cuenta dónde estás. Así es  que me fui de los matorrales, subí por la escalera, volví a mi pieza y me acosté.

 

“Ustedes se ríen, pero cuando viajo por el país, lo hago con una soga. En Nueva York, donde los vidrios de los pisos 40 o 50, hay vidrios que resisten hasta 300 kilos. Por eso, pregunto antes cuánto resisten los vidrios. Pruebo, pruebo, los toco porque, la verdad, la inseguridad es grande. Ahora los catres son más modernos. Generalmente (la soga) va amarrada al baño, o a la Vivi, si es más cortita. Tengo una cinta, que se enrolla y queda como una colita de cigarro. Y lo otro, trato siempre de acostarme temprano y de relajarme un poquito para no tener esas pesadillas.

 

“Son actos desesperados. Por ejemplo, yo tengo una sicosis con respecto a quedar atrapado, encerrado. Por eso nunca fui minero. Esa cuestión de estar bajo tierra, en una mina, o estar atrapado en un incendio, a mí me aterra. Cuando me acuesto, siempre estoy pensando en eso.

 

“Creo que esto es genérico, porque le sucede a varios de mis hermanos. Mi hermana se levanta, pero ella camina, se hace un sándwich y se va a acostar. Otro hermano, Lorenzo, habla toda la noche. Se queda dormido y empieza a hablar, hablar, hablar.

 

“Yo duermo 7 a 8 horas diarias y cuando tengo estos episodios, si es que no tengo que ir a la posta, me acuesto y vuelvo a dormir zeta. Y después pasa a otra etapa, donde estoy más tranquilo. Pero normalmente, cuando me estoy inquietando, la Viviana me pega un codazo y me dice ‘¡ya!’”.