1973080.jpg

Kaminski desclasificó las noches salvajes de los futbolistas en la disco Kmasú

Autor: admin_copesa / 10 julio, 2014

Francisco Kaminski no sólo era el notero estrella de la farándula discotequera. Esa que, a mediados de la década pasada, llenaba de escándalos los programas y vio surgir una tropa de modelos con silicona que se hicieron conocidas por polémicas de fin de semana. Kaminski aseguró anoche, en Mentiras Verdaderas, que él inventó este tipo de periodismo.

 

Como testigo de la tal hazaña, en el late de La Red entrevistaron a “La Tía Mane”, dueña de la legendaria disco Kmasú, centro neurálgico de las noches desenfrenadas de Mauricio Pinilla, Luis “Mago” Jiménez y otros cracks que, por esa época, vivían la vida loca. Kaminski se guardó las historias sabrosas, pero desclasificó cómo era su rutina durante esas madrugadas de excesos:

 

“Tuve diferentes momentos, para qué te voy a mentir… Tenía que ver con que tenía o no tenía compromiso. En un momento me entregué a la diversión y me comió la noche. Pero yo trabajaba todos los días, de lunes a lunes. Definitivamente tenía que mezclar el trabajo con el placer, de una u otra manera, quisiera o no quisiera, y ahí es donde hubo algunos excesos que hoy están demás, y peligrosos, además.

 

“Siempre hacía mi pega primero. Aseguras el 80% de la nota bien. Y después, en la salida, vamos a ver qué se hace, porque igual hay que esperar, y en ese tramo uno se divertía un poco, había una buena la relación con las personas que estaban dentro. Entonces, entre trabajo y no trabajo, uno tenía que prestarse un poco para el servicio y lo pasé bien. Me divertí mucho. Lo comido y lo bailado no te lo quita nadie. No tengo miedo en desconocer el pasado, son cosas que uno va haciendo, etapas y ya estoy en otra parada.

 

“No tengo esa imagen despertándome con una lata de cerveza y un cigarro, ‘estoy mal’. No la tengo. Llega un momento en la vida en que te das cuenta qué es lo que te hace bien y lo que te hace mal. Y el exceso de carrete, el pasarlo siempre bien no te hace para nada bien. Hay que pasarlo bien, pero siempre con mesura, con cuidado. La gente es libre de hacer lo que quiera, no me siento capacitado para enjuiciar a ninguna persona en la vida.

 

“Yo recorrí el país con esta canción, El Señor de la Noche, animando como el Señor de la Noche. Hacía todas las coberturas nocturnas de las discotecas cuando recién partieron, cuando a la Adriana Barrientos no la conocía nadie, cuando a la Luli no la conocía nadie. Fui el primero, junto a Julio César Rodríguez, que se nos ocurrió hacer estas notas discotequeras, donde después tuvo una trascendencia que todos nos hacíamos la pauta con las discotecas.

 

“Yo hacía muchas pegas: iba a hacer la nota, animaba el desfile y después, más encima, tenía que esperar para la salida de todo el resto. Entonces, tenía otros pases que el resto no tenía… ¡Qué manera de perseguir futbolistas! Buenos cabros, yo de verdad que tengo la mejor impresión. Soy livianito de sangre, les caía bien. Más que incomodarlos, quería hacer mi pega y tenía que correr por la cuña.

 

“Con Pinilla, muchas veces, él salía, cuando estaba en su mejor momento, cuando todos lo buscaban, Mauricio salía al lobby y decía: ‘no, que entre Kaminski nomás’. Y entraba a hacerle el móvil y le preguntaba a dos metros de los otros periodistas, por la buena onda, porque él veía y ellos también veían donde estaba la maldad. Jamás fui con la maldad.

 

“Muchas veces vi cosas que no grabé, muchas veces vi cosas que no pregunté. Sentía que teníamos que hacer el trabajo, que era entretención, pero tampoco teníamos que hacerle daño a un ídolo juvenil, a un ídolo que estaba en sus vacaciones. Por lo tanto, había un nexo que hasta el día de hoy. Yo con Jorge Valdivia tengo muy buena onda. Estuve hasta en la despedida de soltero de Jorge Valdivia. Terminó tarde, a las siete de la mañana. Hice mucho nexo con los cabros.

 

“También lo vi reflejado cuando me tocó ir a cubrir Sudáfrica 2010 por Mega. Con Arturo Vidal tengo buena onda. El otro día nos encontramos en un evento, conversamos harto rato. Los muchachos de repente los desvirtúan, entonces, ahí tiene que ver mucho el tino del periodista. Uno sabe que tiene que hacer su pega, pero no destruir. Los periodistas inventan cosas que hacen daño y que no se hacen voluntariamente, sino que, de repente, son cosas inesperadas que pasan”.